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martes, 30 de marzo de 2010

Historias de Copas, Roberto Perfumo.

Si hablamos de la Copa Libertadores de los '60, quién mejor que referentes de Estudiantes y Racing para contar aquellas tremendas batallas dentro y fuera del campo de juego. Hoy será uno de los caudillos de Racing, un nene con cara de bueno pero que te atendía a domicilio, el mariscal, Don Roberto Perfumo contando algunas de aquellas anécdotas...


La copa siempre tuvo para mí, matices muy especiales. Porque la jugué en una época en que era toda una novedad y Argentina no había conseguido el título intercontinental. Era una meta a la que había que llegar. Y además era mucho más dura que ahora. Racing jugó 20 partidos para ganar la copa Libertadores y después tres más con el Celtic, hoy con 12 encuentros sos campeón de América (1979). Yo tuve la suerte de jugar todos los partidos y me doy cuenta que después que Estudiantes la ganó por última vez, los clubes empezaron a parar la mano porque si no se moría.
A mediados de marzo del ’67 fuimos a jugar a La Paz contra el 31 de 0ctubre. Nosotros sabíamos que viajando el mismo día del partido neutralizábamos los efectos de la altura, así que llegamos a Bolivia a las 11 de la mañana, lo que ignorábamos era que no teníamos que comer…Pero llegamos con un hambre bárbaro y comimos más de la cuenta. 
Bueno, los bolivianos nos ganaron 3 – 0 y parecían la selección holandesa del ’74. En el hotel, después del partido, nos moríamos de risa acordándonos de lo mal que habíamos jugado. No tocamos la pelota. El mejor de todos fue Joao Cardozo…porque se descompuso y no pudo comer nada.
Este recuerdo para mi es imborrable porque a fines de ese mes de marzo de 1967 volví a nacer. No parece un recuerdo futbolístico, pero lo es porque marca hasta qué punto
los intereses económicos que movía la Copa hacía que los clubes jugasen con la vida de los jugadores. Fuimos a Colombia a enfrentar a Independiente Medellín. Desde ahí íbamos a Bogotá, pero el jet que nos llevaba resolvió no partir porque había una tormenta impresionante. Entonces, el club alquiló un DC3 que se caía solo. Había que llegar de cualquier manera. Me acuerdo que subimos al avión corriendo antes que la tormenta cubriera Medellín. Cuando nos contaron, faltaban el Yaya Rodríguez y Luís Carrizo. Los metieron en el avión a la fuerza. No querían saber nada. Y pensar que dos días antes los dos se fotografiaron al lado del monumento a Gardel y Carrizo bromeaba –“Dale, saca tranqui que vamos a terminar igual que Carlitos…”
Vos sabés que a propósito del episodio del avión recuerdo una actitud de Pizzutti que te define bien a Racing, un equipo donde no cabían las vacilaciones desde el técnico hasta el último jugador. Cuando bajamos en Bogotá nos tomamos varios whiskys festejando nuestra vuelta a la vida. Fuimos al hotel y de ahí a entrenar. En la cancha, Pizzutti nos reunió y nos dijo: -“Bueno, el asunto del avión fue bravo para todos, pero ya pasó y tenemos que jugar. Por favor, el que siga con miedo que me lo diga así lo saco del equipo”. Como te imaginarás, nadie abrió la boca. Pero también recuerdo
episodios con lo que nos reímos todavía hoy. Cuando la máquina empezó a caer, por inercia, uno de los pasajeros al que se le rompió el cinturón de seguridad, quedó pegado el techo de la cabina manoteando el aire. “Chichín” Hernández, un amigo hincha de Racing que nos acompañaba a todas partes, se le acercó después del susto y le dijo muy serio “Señor, usted si que tiene condiciones para ser arquero”. Rulli sentenció que si nos habíamos salvado de esa íbamos a ser campeones del mundo. El Panadero Díaz aprovechó para insultar a todos los dirigentes mientras el aparato se caía porque decía que “igual nos íbamos a morir”. Cuando aterrizamos le dijimos “Dale Panadero, hacete el guapo ahora”…nos matábamos de risa. Les cuento esta aunque no sea de la Libertadores, pero forma parte de la Intercontinental. Fue en la final contra el Celtic en
Montevideo. Allá en Glasgow ellos nos habían pegado hasta cansarse. Y aunque nosotros no nos quedamos atrás, ellos sabían que el Centenario iba a ser duro. Y fue. De arranque empezamos a meterle fierro. El árbitro era Esteban Marino y hacía lo posible para que el partido no se le fuera de las manos. En una de esas le meto fuerte al 9 de ellos y cuando vi cómo cayó tuve miedo de la expulsión, porque el árbitro se me vino al humo. Me paré poniendo cara de inocente y casi me muero cuando veo que Marino me señala agitando el dedo como si me estuviese pegando un reto y dice gritando “Muy bien, Perfumo, muy bien, Usted siga así que estos no quieren más”. Y cobró foul a favor del Celtic…

Contra Nacional de Montevideo fueron partidos terribles. Eramos dos equipos habituados a jugar si se podía, pero dispuestos a entrar en la fricción con tal de sacar el resultado. En Avellaneda nosotros jugamos muy mal y ellos se llevaron el empate. En Montevideo, nosotros hicimos lo mismo y te aclaro que en esa época era poco menos que imposible ganar en el Centenario o arrancarles un empate. Nuestro plan en Montevideo era protestar todo y no dejar a ningún
compañero solo. Allá donde había lío íbamos los 11. Pero bueno, lo que quería era contar que en el desempate en Santiago de Chile ganábamos 2 – 0 y yo me mandé una macana, quise salir del fondo gambeteando, me la sacaron y fue gol. En medio de la bronca aparece Milton Viera gritándome “Ahora van a ver, les va a pasar lo mismo que a River!!”, desde ese momento nos pasamos diciéndole a Viera, “que vamos a perder, te vamos a matar!!”, Racing era un equipo al que le sobraba fe.
Aquella famosa fractura de Cassaretto se transformó en un mito. Todos terminaron diciendo que yo lo rompí a propósito. Como aquel partido que se jugó sobre cancha barrosa, la pelota quedó muerta en un charco, entre él y yo. Fuimos los dos a la pelota y cuando me tiré ni siquiera me di cuenta de que lo había tocado. Se quedó en el suelo y yo me levanté para alejarme cuando Basile se me acercó: “Roberto, vistes como le quedó la rodilla?”. Y tenía razón, se le había inflado como un globo. Al año siguiente, en 1968, volví a Lima con la selección. Lo único que les faltaba era organizar concursos para ver quién me insultaba más. Me llamaban por teléfono y me decían de todo. Un tipo me advirtió que cuando saliera la selección al campo, recordar que él iba a estar con un rifle en la tribuna para matarme…
El gran Roberto, quién más...

domingo, 7 de marzo de 2010

DODGE 1500 CAMPEÓN TC 2000

El 28 de diciembre de 1980, se desarrolló en Bs. As. una verdadera batalla de marcas, equipos y pilotos en la definición del campeonato de T.C. 2000.
Fernandino (Ford) y Jorge Omar del Río (Dodge) debían definir el primer certamen de la especialidad. Del Río llegaba a esta última carrera del año con 10 puntos de ventaja sobre Fernandino y le bastaba terminar 3º en la carrera para coronarse campeón, por más que el “Chango” Fernandino ganase la competencia. Claro que no el sería nada fácil a del Río, ya que Fernandino contaba con la ayuda en pista de su coequiper un nene que se las traía, Juan María Traverso. Por el lado de los Dodge, del Río contaba en pista con el apoyo de otro angelito, Luís di Palma. Precisamente este último es quién inicia la lucha, animando la carrera y poniendo en vilo a las tribunas. El circuito contaba con una sola frenada en la horquilla, y desde atrás Di Palma con su Dodge apuraba a Fernandino y a Traverso quién en ese orden, habían tomado la posta en la primera serie. Di Palma hizo de todo para tratar de superar a los Ford, por dentro, por fuera, de costado, procurando en todo momento molestar a los punteros inclusive con algunos toques “non sanctos”. Con Traverso se aplaudieron varias veces las puertas para delirio de las tribunas. Finalmente, Traverso impide que di Palma logre su objetivo y lo aguanta sobretodo en los frenajes, donde el Loco Luís hacía de las suyas. Fernandino gana la primera serie, Traverso 2º, di Palma 3º y del Río 4º. Esta actitud de los tres primeros llevando las cosas al límite, valió que el comisario deportivo, con buen criterio, les pidiera calma para la 2º y última serie.
Cuando se larga la 2º serie, Fernandino toma la punta velozmente y en el primer curvón ya llevaba 200 mts. de ventaja al 2º que era…Traverso, quién le aguantaba nuevamente a di Palma y a Pantoriero, que se agregaba a la lucha. Del Río iba tranquilo, con la cabeza fría y tratando de dominar un auto que se le iba de trompa.
En esta serie, di Palma luchó de nuevo con Traverso pero esta vez sin toques y en la 6º vuelta se detuvo por problema en los neumáticos. De esta manera, le dejaba la lucha a Pontoriero contra Traverso que, toque va, toque viene, frenaje va, frenaje viene, ambos tomaban temperatura. Traverso quiso superarlo por adentro en la 15º vuelta y los dos estiraron el frenaje en la curva, había que frenar antes y ninguno de los dos aflojó. Ambos siguieron de largo. Del Río, en el despiste múltiple también siguió de largo al pasto, pero con toda tranquilidad y esquivando a sus rivales (“los veía venir medio enloquecidos, así que siempre mantuve distancia para mantener una vía de escape”), volvió a la pista y consiguió el ansiado 3º puesto. Jorge Omar del Río, el instructor de pilotos, se coronaba así en el primer campeón de la categoría T.C. 2000.


Fernandino invita con champagne al campeón Jorge Omar del Río